Observatorio de la Dehesa

¿Cómo se crea un banco de semillas? Los ensayos de germinación

20 de septiembre

Antes de conservar las semillas que hemos recolectado tenemos que asegurarnos de que son viables y tienen capacidad para germinar. Te contamos cómo lo hacemos.

Hace algunas semanas os explicábamos en este artículo cómo se planifica y se lleva a cabo la recolección de semillas para un banco de germoplasma. Sin embargo, el trabajo no termina en el campo, sino que antes de preparar nuestras muestras para su conservación a largo plazo debemos realizar una serie de pruebas para garantizar la calidad del material.

 

Las pruebas de viabilidad

 

Se considera que una semilla es viable cuando presenta las características morfológicas, fisiológicas y bioquímicas fundamentales para su germinación. Algunos de los factores que nos pueden indicar pérdida de viabilidad en la muestra son la reducción de la actividad respiratoria o la pérdida de algunos elementos como lípidos de membrana o contenido de ARNm.

 

Existen diversas pruebas para determinar la viabilidad de las semillas, pero la más habitual es la prueba del tetrazolio. Se trata de un test sencillo y rápido, pero hay que tener en cuenta que es destructivo, por lo que es necesario reservar una parte de la muestra para realizarlo. La utilización de tetrazolio nos permite obtener una medida de la actividad de las mitocondrias, que son los orgánulos en los que se produce la respiración celular. Este compuesto reacciona con los iones hidrógeno resultantes de estos procesos y tiñe de rojo los tejidos más activos. Es, por tanto, lo que llamamos una prueba colorimétrica: a mayor intensidad de rojo, mayor actividad respiratoria y, por tanto, mayor viabilidad. Por el contrario, las semillas cuyos tejidos se tiñen débilmente serán menos viables.

Los ensayos de germinación

 

Mediante estos ensayos podemos comprobar la capacidad germinativa de las semillas. Además, nos permiten conocer la respuesta de las muestras a distintas condiciones de cara a elaborar un protocolo para cada especie.

 

Cada semilla tiene unos requerimientos, y en las cámaras de germinación podemos recrear las condiciones de campo, eligiendo temperaturas similares a la zona en la que se recolectaron y la alternancia de horas de luz y oscuridad adecuada. Por otro lado, hay que prestar atención a las semillas con algún tipo de dormancia que hay que romper con tratamientos pregerminativos que imiten las condiciones en las que germinan de forma óptima en la naturaleza. Por ejemplo, algunas semillas -envueltas en frutos carnosos generalmente- solo germinan tras haber pasado por el tracto digestivo de los animales que se las comen, y en el laboratorio podemos simular este proceso mediante la aplicación de un ácido. Otras especies, como la jara pringosa, son pirófitas, lo que significa que el fuego favorece su propagación. En este caso, para garantizar una mayor tasa de germinación, lo mejor es realizar un escaldado de las semillas.

 

“Se recomienda consultar la bibliografía para localizar los protocolos de especies afines, si los hubiera, y elegir las condiciones en las que vamos a testar la capacidad germinativa de la muestra”, nos explica explica Silvia Sánchez, responsable del Bando de Semillas de la Dehesa. “Una vez que tenemos las semillas en las cámaras de germinación con las condiciones óptimas para cada especie iremos siguiendo la evolución: anotamos cuándo germina, cuándo empieza a salir la radícula, si aparece contaminación por hongos, etc.”

 

Una vez obtenidos los datos de germinación, estas nuevas plántulas se pueden pasar a alveolos con sustrato para ver su evolución. “Solemos conservar directamente las semillas que recogemos en el campo, pero si somos capaces de recrear el ciclo completo de la planta para obtener más semillas, mucho mejor”, nos indica la especialista.

 

Después de todo esto, pasaríamos por fin a la conservación de las semillas propiamente dicha en nuestro banco de germoplasma. ¡Os lo contaremos en próximos artículos!

 

Si quieres saber más…

 

  • Bacchetta G., Bueno Sánchez A., Fenu G., Jiménez-Alfaro B., Mattana E., Piotto B. y Virevaire M. (Eds.) 2008. “Conservación ex situ de plantas silvestres. Principado de Asturias / La Caixa. 378 pp.

 

  • Di Sacco, A.; Way, M.; León Lobos, P., Suárez Ballesteros, C. I., Díaz Rodriguez J. V. 2020. “Manual de recolección, procesamiento y conservación de semillas de plantas silvestres”. Royal Botanic Gardens, Kew e Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. DOI: 10.34885/175